lunes, octubre 09, 2006

ADIOS SIMON...



ADIOS SIMON

Anochecía. Parpadeaban las primeras estrellas mientras yo continuaba allí sentado, esperando que ocurriera lo que tanto tiempo había deseado.Se levantó una brisa agradable y fresca, y en medio de esa noche clara, tuve el presentimiento de que llegaría el momento supremo de su arribo.
Mientras adentro de la casa se vivía la víspera navideña, con un halo de nostalgia por ser otro aniversario de la abuela muerta; yo permanecía a la interperie con los ojos clavados en el cielo.
Recordé una vez más, paso a paso, el instante en que empecé a desear que del cielo se abriera una ventana y mi abuela me dijera el adios que no pronunciaron sus labios diez años antes, cuando siendo yo un niño, me acerqué a su lecho de muerte, en busca de la despedida hablada que entregó a todos, y a mi solo una tierna mirada con un beso sin palabras.
Ese momento con razón o sin ella, me había dolido todos estos años, y cada aniversario de su fallecimiento, salía con afán a la penumbra, en busca del adios, que me impidió por años, aceptar su muerte.
Aquella noche, ya adolescente y cansado de mi rutina de año tras año, me dispuse a entregarme a mi tarea hasta que se cumpliera mi deseo. Podría pasar la noche si fuera necesario, pero nada me haría cambiar de parecer, yo esa noche resolvería mi duelo.
La jornada resultó agobiante y sin darme cuenta, me dormí recostado en el chinchorro de afuera de la cabañita de campo en donde me hallaba.
En la casa nadie notó mi ausencia. Desperté casi al amanecer por un suave aleteo en mi frente, y al abrir mis ojos, sorprendido, hallé un pajarito al lado de mi rostro. Lo tomé en mis manos y sentí su presencia, que se tradujo en la lágrima que pondría fin a mis ansias, pues aquel amanecer, sin duda, la abuelita vino hasta mí en forma de ave, acarició mi frente y al elevarse, sentí el adios anhelado, y pude así superar el dolor que me aquejaba desde niño.
Aquella mañana de navidad volví a sonreír, con la certeza de que su amor nunca se fue, y que quisimos los dos, elegir a un pajarito para sentir su eternidad.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Traigo a mi memoria los finos hilos que me unen a los sentimientos de ausencia. Mis ojos aguados sonríen ante la presencia de la ternura. La felicito por el clima creado y conocido de las despedidas y los encuentros. Afortunados de poder tener en nuestra memoria los dos tiempos en un mismo momento.

Anónimo dijo...

Traigo a mi memoria los finos hilos que me unen a los sentimientos de ausencia. Mis ojos aguados sonríen ante la presencia de la ternura. La felicito por el clima creado y conocido de las despedidas y los encuentros. Afortunados de poder tener en nuestra memoria los dos tiempos en un mismo momento.

Anónimo dijo...

Traigo a mi memoria los finos hilos que me unen a los sentimientos de ausencia. Mis ojos aguados sonríen ante la presencia de la ternura. La felicito por el clima creado y conocido de las despedidas y los encuentros. Afortunados de poder tener en nuestra memoria los dos tiempos en un mismo momento.

Anónimo dijo...

Oiga ustedes como escriben de bien. Claro con esa mama que tuvieron tan inteligente. Que mas se podia esperar.A ver si se nos pega alguito...

Anónimo dijo...

En un lenguaje sencillo y tierno logras resolver los interrogantes que a tan tierna edad dejan un sabor de deconcierto. a los 8 años no logramos entender los silencios de nuestros mayores y el corazòn queda en un profundo desamparo.
MARTHA B.B.